Juan Bosco era un sacerdote italiano que quiso dar respuesta a las necesidades de los muchachos de su época, especialmente los más pobres. Deseaba hacerles experimentar el amor de Dios y que Jesús era el amigo que necesitaban para salir adelante en la vida. Esta historia comenzó en un lugar concreto: el Oratorio de Valdocco en la ciudad de Turín. Allí los jóvenes se sentían envueltos en un ambiente de espontaneidad, alegría y fiesta, que brotaba de las relaciones que Don Bosco y los educadores establecían con los muchachos. Pero el desafío era muy grande como para que Juan lo afrontara solo. Por ello, bajo el mismo espíritu, María Mazzarello extendió la misión a las muchachas. El puntapié inicial fue dado en el pequeño poblado de Mornese.